PATROCINADORES MES DE JULIO

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jueves, 1 de octubre de 2009

ONOMÁSTICA DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS

Nació en Alençon (Francia) el día 2 de enero de 1873. Sus padres fueron Louis Martin y Zélie Guérin. Tras la muerte de su madre, el 28 de agosto de 1887, Teresa se trasladó con toda la familia a Lisieux. A finales de 1879 recibió por vez primera el sacramento de la Penitencia. Educada por las Benedictinas de Lisieux, recibió la primera comunión el 8 de mayo de 1884. Algunas semanas más tarde, el 14 de junio del mismo año, recibió la Confirmación. Sus deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas Paulina y María, en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo impedía. Durante un viaje a Italia, el 20 de noviembre de 1887, en la audiencia concedida por el Papa a los peregrinos de la diócesis de Lisieux, pidió al Papa con filial audacia autorización para entrar en el Carmelo con 15 años. El 9 de abril de 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10 de enero del año siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1890. Se ejercitó de modo particular en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, con humildad, sencillez evangélica y confianza en Dios, y trató de inculcar, con el ejemplo y la palabra, estas virtudes a sus hermanas. Descubierto su puesto en el corazón de la Iglesia, ofreció su vida para la salvación de las almas y la edificación de la Iglesia. El 3 de abril de 1896, durante la noche del jueves al viernes santo, sufrió una hemotisis, primera manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte, y que ella acogió como una misteriosa visita del Esposo divino. El 8 de julio es llevada a la enfermería, a la vez que se le tornan más intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia. Murió el 30 de septiembre de 1897. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo", sellan una vida que se extinguió en la tierra a los 24 años, para entrar, según su deseo, en una nueva fase de presencia apostólica en favor de las almas, en la comunión de los Santos, para derramar una lluvia de rosas sobre el mundo. Fue canonizada por Pío XI en 1925 y proclamada Patrona de las Misiones en 1927. Conocidísima es la historia de su alma. Teresa ha dejado en sus manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias más íntimas.

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