Esta celebración tiene profundas raíces bíblicas; José es el último patriarca que recibe las comunicaciones del Señor a través de la humilde vía de los sueños (cfr Gn 28, 12-14; Mt 1, 20-24). Él, como el antiguo José, es el hombre justo y fiel (Mt 1, 19) que Dios ha puesto como guardián de su casa. Él conecta a Jesús, rey mesiánico, con la descendencia de David (Mt 1, 1-16; Lc 3, 23-38). Como esposo de María y padre putativo de Jesús guía a la sagrada Familia en la huida y en el regreso de Egipto, y así rehace el camino del Éxodo (Gn 37; 50, 22-26; Mt 2, 13-21).
La fiesta litúrgica del santo patriarca aparece en la Orden Carmelitana en la segunda mitad del siglo XV. El Capítulo General del año 1680 elegía por unanimidad a San José como protector principal de la Orden.
Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia universal el año 1847 y Juan XXIII introdujo su nombre en el Canon romano.
La fiesta litúrgica del santo patriarca aparece en la Orden Carmelitana en la segunda mitad del siglo XV. El Capítulo General del año 1680 elegía por unanimidad a San José como protector principal de la Orden.
Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia universal el año 1847 y Juan XXIII introdujo su nombre en el Canon romano.
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