PATROCINADORES MES DE JULIO

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martes, 14 de junio de 2011

HOY SE CUMPLE 60 AÑOS DE LA PRIMERA VISITA DE NTRA. SRA. DEL CARMEN CORONADA, A LA CAPITAL ANDALUZA (SEVILLA)

El trece de junio de 1951, la imagen de la Virgen viaja a Sevilla. Se celebraba en todo el mundo carmelita el séptimo centenario de la entrega, por parte de la Virgen, del Escapulario del Carmen al Prior General de la Orden, San Simón Stock. Para cerrar de forma brillante este centenario en la capital andaluza, la Junta Organizadora de los Carmelitas acordó pedir a Jerez que le enviaran a la Virgen del Carmen Coronada.

Llegó a Sevilla en privado el mismo trece de junio, y quedó provisionalmente instalada en la Iglesia de los Padres Carmelitas del Buen Suceso. A la mañana siguiente, catorce de junio, en medio de una apoteosis mariana, se efectuó el traslado a la Colegiata del Divino Salvador. A las puertas de la misma, una comisión de la Hermandad del Carmen radicada en esta Iglesia ofrendaba un ramo de flores a la Augusta Señora. Después se colocó el paso en el centro del presbiterio, artística y lujosamente preparado.

Este mismo día, por la tarde, dio comienzo el solemne triduo, que terminaría el diecisiete, por la mañana, con misa de Medio Pontifical oficiada por el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Sevilla, Segura y Sáenz, en presencia de las primeras autoridades, no sólo de la provincia, sino de la región, que venían representando al Jefe del Estado y al Ministro de Marina. Al terminar el evangelio, el señor Cardenal pronunció una bella homilía.

Desde el día catorce por la mañana, que llegara la imagen de la Virgen al templo sevillano del Salvador, hasta el diecisiete por la tarde, en que salió en procesión en dirección a la Catedral, las dos Órdenes Terceras Carmelitas establecieron permanente guardia de honor y de amor a la Señora.

El diecisiete por la tarde fue la magna procesión. La Virgen volvía a echarse a las calles de Sevilla, esas calles que ‘huelen’ a María, porque con frecuencia Ella las pasea. Un pueblo enardecido, al frente del cual se hallaban las primeras autoridades de la provincia y de la Región, le esperaba anhelante en la calle. La procesión se dirigió a la Catedral Metropolitana. Allí, en la puerta de San Miguel, el señor Cardenal, revestido de pontifical, en unión del Cabildo catedralicio, le esperaba. A continuación, y con la Catedral más grande de España repleta de fieles, volvió a oírse la voz cálida y mariana de un Cardenal enamorado de María. La capilla Isidoriana del Seminario interpretó varios cantos de honor de la Virgen del Carmen.

Después, rodeada por un inmenso gentío, abandonaba la Catedral sevillana por la puerta de los Palos, prosiguiendo su marcha triunfal hasta la Iglesia del Buen Suceso. Yo, (que iba revestido de subdiácono tras del paso de la Virgen) doy fe que la gente más que cantar lloraba de emoción, mientras la carroza zigzagueaba por las estrechas calles sevillanas.

Ante el ruego insistente y emocionado de la gente, la imagen de la Virgen no volvió a Jerez enseguida, sino que permaneció dos días más en besamanos en la Iglesia de los Padres Carmelitas del Buen Suceso

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