PATROCINADORES MES DE JULIO

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lunes, 23 de noviembre de 2009

HISTORIA DE LA CORONACIÓN CANÓNICA DE LA IMAGEN DEL CARMEN


Capitulo V


Verdadero valor de las Coronas

Las joyas, que pueden ser testigos inanimados de tantas pasiones, en ocasiones son testigos elocuentes del amor y la generosidad de que es capaz el corazón del hombre. Sin ser propenso a emociones, no he podido evitar emocionarme al leer en la revista” El Santo Escapulario” la sección que titularon en aquel tiempo “Corona de almas”. Recorriendo esas páginas puede verse cuál es el valor verdadero de esta corona. Su valor materia, difícil de concretarlo en cifras, siempre sería ridículo al lado del verdadero valor humano y espiritual de la misma. Recojo sólo una pequeña historia.

“Toma mamá, para la Corona de la Virgen”

Paquito llevaba más de dos años suplicando a su madre un reloj pulsera de oro. Por fin, un día la madre se lo compra. Era precioso y llevaba las iniciales del niño grabada en la tapa. Paquito saltaba de alegría. No se puede hacer a la idea de que por fin tiene el reloj que tanto tiempo había deseado. Pero esta luna de miel no duró más de tres días. Al que hizo cuatro la madre le pregunta:

“- Paquito, ¿qué vas a dar tú para la corona de la Virgen?
- No tengo nada, mamá
- ¿Qué no tienes nada?...Pues, ¿y ese reloj pulsera?¿No es tuyo?¿Por qué no se lo das a la Santísima Virgen...?

La madre clavó los ojos en el pequeño para sorprender el efecto de la terrible propuesta. Este, con un asombro inmenso en su cara, como si fuera posible que su reloj pudiera darse nunca, sólo pudo contestar con dos exclamaciones:
-¡¡Mamá!!...¿el reloj?
- ¿te extraña? – Le dijo la madre-. ¿Es que la Virgen no se merece ese sacrificio y ese reloj? Yo le di una sortija con una esmeralda que estimaba en mucho por ser recuerdo de tu padre. ¿Por qué no le regalas tú ese reloj que tanto quieres por ser recuerdo mío?
- Entonces si yo doy mi reloj, ¿será su oro para la corona?
- Todo. Y luego podrás decir: en esa corona tengo yo parte.

Paquito tuvo entonces un arranque generoso, arranque de verdadero héroe, y dijo.
- Toma. Mamá, para la corona de la Virgen.

La madre no quiso aceptarlo.
- No, hijo, se que es para ti un gran sacrificio y no lo vas a dar de corazón, de verdad; y eso no gusta a la Virgen.
El niño insistió en que lo daba gustoso. Y la madre para probarlo, le dijo que fuera el mismo a llevarlo a la sacristía del Carmen. Así lo hizo Paquito, limitándose a decir:
- ¡Tome, Padre, para la Virgen!”

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